El fracaso del paro del Transantiago y la Banalización de la injusticia
A propósito de la baja convocatoria al paro del Transantiago hoy, y uno que otro chofer de micro haciendo parar a sus colegas en la Alameda, pienso en el texto sobre la Banalización de la Injusticia de Christophe Dejours (1998). Descargar Cap 5. La racionalización del mal (Págs 89-111): Dejours-La-Banalización
Más allá que podamos encontrar la respuesta a la baja adhesión en el éxito del miedo (un 98% habría continuado en sus labores por temor a perder su fuente laboral) e indiferencia, cabe también mirar el déficit de apoyo de la sociedad en su conjunto como responsabilidad. Ver explicación de vocero.
La cuestión no es menor, tratándose de un servicio altamente sensible para la población y que conecta como un problema de salud pública. Sobre evidencia del problema consultar Estudios sobre Burnout y Carga Mental en Conductores del Transporte Público de Chile (Transantiago). USACH. Diciembre de 2013. Todo ciclista sabe esto!.
En la Banalización de la Injusticia, se señala que hay un gran número de personas que aceptan prestar su concurso al «trabajo sucio» y transformarse en «colaboradores» del sufrimiento y la injusticia que se cometen contra el otro». ¿Cómo es que esto es posible?.
Dejours menciona el pensamiento de Arendt sobre la Alemania Nazi: «Después del fin de Ia guerra, Ia ausencia total de arrepentimiento en los verdugos, aún el más mínimo -cuando una sola señal de autoacusación hubiera podido serles útil en el tribunal- sumado a sus incesantes afirmaciones sobre que Ia responsabilidad de los crímenes era imputable a determinados superiores, parecen indicar que el miedo a la responsabilidad no sólo es más fuerte que Ia conciencia, sino que en ciertas circunstancias es aún más fuerte que el miedo a la muerte» (Arendt, 1950. Citada en Dejours, pág 89).).
En Dejours existirían las defensas del psiquismo contra el sufrimiento: para no verlo, éste propondría el levantamiento de una negación colectiva al sufrimiento, minimizando Ia vergüenza (Ver Presentación del libro Las Fuentes de la Vergüenza. V. Gaulejac) para hacerla insignificante. La violencia, la injusticia, el sufrimiento infligidos al otro sólo pueden ubicarse del lado del bien si han sido cometidas en el marco de una obligación de trabajo o de una «misión» que estaría sublimando su significación (Pág 104).
«El análisis de la injusticia cometida contra el otro, como forma banalizada del gerenciamiento, sugiere una revisión de la interpretación de la experiencia nazi. Esta hubiera sido imposible sin el trabajo rnasivo del pueblo alemán en provecho del mal, con el uso generalizado de Ia mentira, Ia crueldad, etc. ¿Responde este trabajo masivo a «causas» exteriores al trabajo (violencia, amenaza de muerte, disciplina y control militar, etc.), con su resultado de consentimiento involuntario y resignación, o bien a «causas» endógenas, inherentes al trabajo, explotadas de manera especifica por el régimen nazi?». pág 102.
«La tradición filosófica estudió el mal como una categoría a priori, cuyas formas concretas son analizadas por historiadores, sociólogos y psicólogos. Hasta que llegaron el nazismo y los campos de exterminación. A partir de esta etapa de Ia historia humana, el cuestionamiento filosófico se invirtió en forma brutal. El sistema de los campos de concentración de la sociedad nazi le da al mal una forma concreta que supera todas las posibilidades que tenia Ia filosofía de pensarlo racionalmente. La reflexión filosófica se vuelve a desplegar a partir de una nueva pregunta: (Como comprender que el nazismo haya emergido en un país que -nadie lo cuestiona- estaba entonces «en el extrema mas avanzado de la civilización»?» (pág 110)
«Lo que hay que elucidar es el proceso que hace posible la movilización en masa hacia el trabajo de Ia violencia racionalizada. La interpretación inspirada en la clínica del trabajo que nos proponemos en este ensayo es una contribución al análisis y Ia comprensión del proceso de movilización masiva de la «buena gente» hacia el «trabajo sucio» (pág 111).
«Desde nuestro punto de vista, el proceso de movilización en masa hacia Ia colaboración con la injusticia y el sufrimiento infligido al otro, que se cumple en nuestra sociedad, es el mismo que permitió la movilización del pueblo alemán durante el nazismo. El hecho de que se trate del mismo proceso no implica que estemos en una fase de construcción de un sistema totalitario. El punto de partida y activación del proceso actual no se sitúa en un contexto sociohistórico comparable al de la década de los 30 y los 40. Estamos en condiciones de observar los efectos trágicos que hoy tiene sobre millones de nuestros conciudadanos, pero no podemos prever sus efectos a largo plazo sobre la democracia». (pág 111).
Video post detención de Manuel Aguilar. Vocero de la Coordinadora de Trabajadores del Transantiago.
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